sábado, 23 de enero de 2016

Nuestrxs niñxs y adolescentes transmaribibollos

¿Qué transmaribibollo puede decir, sin faltar a la verdad, que en su niñez y adolescencia no ha sufrido acoso  en la escuela, el colegio, el instituto o en la universidad?


Diseño de Nac Ayala


Vivimos en una sociedad cisheteropatrical, donde la mayoría de madres y padres crían princesas y machitos violentos, y todxs lxs niñxs que no encajan en ninguna de esas dos categorías son discriminadxs, marginalizadxs, y atacadxs, tanto verbal, como físicamente. Madres, padres, maestrxs, profesorxs, trabajadorxs sociales, psicólogxs, a veces justifican este bullyng, o hacen la vista gorda, porque “son cosas de críxs”… críxs que en muchos casos no llegarán a ser adultxs, porque no podrán soportar la miseria de una vida de asedio, y abandonarán en el camino. O lo serán con un bagaje de vergüenza y dolor, con recuerdos de una infancia dolorosa y estigmatizada, o sin recuerdo alguno, ya que todo ese dolor fue reprimido, como un mecanismo de defensa y de supervivencia: la infancia, una parte de nuestra identidad, robada.


Terminamos el año con la terrible noticia de Alan, un adolescente transexual que se suicidó el día de Noche Buena, porque no pudo soportar más el maltrato que sufría en su centro escolar, al que lo habían cambiado ya que en el anterior sucedía lo mismo. Tenía el apoyo de su familia, que se había informado, asesorado, e incluso asociado a Chrysallis, una asociación de familias de menores transexuales. El problema estaba identificado, se habían puesto en marcha protocolos y estrategias; Alan visitaba regularmente un psicólogo, ya que sufría de depresión, generada por este bullying… Pero a pesar de todo eso, no se pudo hacer nada: Alan nos dejó. Alan no pudo más


Hace unos días nos enteramos de un caso sucedido en octubre del año pasado, y que no trascendió hasta ahora. Diego, un niño de once años, que se tiró por la ventana porque no encontró otra formade evitar ir al colegio. Las autoridades del centro escolar, un colegio religioso, niegan que allí haya algún tipo de problema de acoso, o bullying. Pero en 2010, María, una alumna del mismo colegio, intentó suicidarse tomando catorce pastillas que la dejaron dos días en la UCI. María cuenta: «Los profesores dejaban que otras niñas me pegaran porque decían que eso me haría más fuerte». Pero su denuncia, así como la de los padres de Diego, quedó sin sentencia judicial.


Pero es que este sistema hipócrita, machista, y transmaribibollofófico, es todavía aún más perverso. Sin cansarse de contar suicidios y asesinatos, cuando encuentra a unx de nosotrxs a quien no ha conseguido victimizar, acallar, esconder, invisibilizar, o desaparecer; una trans, una bollera o una marica feliz, a la que sus compañerxs de colegio, sus profesorxs, su familia no han podido doblegar, busca, y encuentra las alianzas más ruines que se puedan imaginar.


Este es el caso de la marica adolescente conocida como Samantha Hudson, quien, haciendo uso de su libertad de expresión y de su talento, gravó un vídeo para un trabajo escolar, y que recibió la mejor nota posible por parte de su profesora. Pero claro, este vídeo “ofende” la moral de la derecha, de lxs cristofascistas, y tdxs ellxs se juntaron y comenzaron a presionar al instituto, al profesorado, hasta llegar al Ministerio de Educación. Y es que el sistema no puede permitir que un adolescente ande demostrando por ahí su alegría de ser marica, que cante que quiere follarse a Cristo, y que aunque es cristiano, la Iglesia no lo acepta porque folla por el ano.




Y, además, utilizan como excusa  que el vídeo no solo ofende a lxs cristianxs, sino también a lxs homosexuales!  Gracias, pero no. No en nuestro nombre. A nosotrxs no nos ofende, y si le ofende a alguna sodomita burguesa neoliberal, pues que se joda. Si ofende a las asociaciones LGTB, locales o nacionales, como la Flagélate, que no han dicho ni una puta palabra sobre el asunto, y que son cómplices con su silencio, que sepan que somos muchas maricas, trans y bolleras que estamos junto a Samantha y que les gritamos en la cara:

¡No nos representan!

Y estas asociaciones, que sacan declaraciones más que tibiecitas, y que están constantemente solicitando subvenciones, también siguen pidiendo leyes, que sabemos que no sirven, que no alcanzan. ¿Qué pasa en Catalunya?, por ejemplo. ¿Se han acabado las agresiones transmaribibollofóbicas porque tienen una ley? Leyes, además, que si en el mejor de los casos implementan y se hacen cumplir, imponen penas recaudatorias, multas que lxs señorxs de la burguesía fascista, machista y transmaribibollofóbica no tienen problema alguno en pagar, con tal de poder seguir diciendo las barbaridades que dicen, incitando al odio, y promoviendo la conservación del sistema enfermo en el que vivimos.


Para terminar con la lacra que representa el bullying, la violencia machista, la transmaribibollofóbia, el racismo, y un montón de etcéteras, debemos cambiar el sistema. Debemos sacar a la iglesia de nuestros colegios, de nuestros estados: sacar sus rosarios de nuestros ovarios. Debemos derogar leyes como la LOMCE, y terminar con gobiernos que las legislan. Debemos educar a lxs niñxs en la diversidad, desde la cuna a la escuela, desde la primaria a la universidad. 


Por eso seguimos saliendo a la calle; seguimos diciendo no al bullyng y a cualquier tipo de violencia transmaribibollofóbica, como lo hicimos en plenas navidades por Alan, y hace unos días en Lavapiés, tras el brutal ataque de una compañera trans




Por eso seguimos luchando para destruir este sistema
capitalista cisheteropatriarcal.


¡Viva la revolución transmaribibollo!